miércoles, 10 de diciembre de 2008

Somos sólo palabras, palabras que retumban en el éter. Palabras musitadas, gritadas, escupidas, palabras repetidas millones de veces o palabras apenas formuladas por bocas titubeantes. Yo no creo en el Más Allá, pero creo en las palabras. Todas las palabras que las personas hemos dicho desde el principio de los tiempos se han quedado dando vueltas por ahí, suspendidas en el magma del Universo. Esa es la eternidad: un estruendo inaudible de palabras. Y a lo mejor los sueños también son sólo eso: a lo mejor son las palabras de los muertos, que se nos meten en la cabeza mientrs dormimos y forman imágenes.
LA HIJA DEL CANÍBAL
Rosa Montero
¿Cuántas palabras habremos pronunciado en nuestras vidas? ¿Y cuántas habrán sido innecesarias? ¿Cuántas habrán hecho daño? ¿Cuántas habrán proporcionado alegrías? Me hace gracia pensar en eso de que se han quedado dando vueltas por ahí, suspendidas en el magma del Universo... Igual un día se nos caen encima nuestras propias palabras, y un adjetivo o una preposición se nos clava en el corazón! Cómo nos gusta hablar! Pues a mí no, no, no me gusta hablar. No me apetece llenar el Universo de inútiles palabras. En lo cotidiano de mi existencia tengo que comunicarme, relacionarme,..., en fin, hablar..., pero cuando me quito ese disfraz guardo con recelo mis existencias, mis palabras.

3 comentarios:

Alfredo dijo...

Las palabras son como bumeranes, tienen la fea costumbre de volverse contra uno, sobre todo, cuando las decimos por cumplir, y esa es su venganza. Una vez leí un dicho que decía: yo hablo con mis silencios pero nadie me escucha.

Eso junto con aquello de que lo que no decimos siempre es lo más importante.

Besinos en la frente!!

Leonor de Aquitania dijo...

"El silencio era verde y comiolu un coneju". Ye la sensación que tengo en muchas ocasiones.
No sabes lo que me molesta el ruido humano.

Candela dijo...

gustome eso del ruido humano