domingo, 25 de enero de 2009

HABÍA UNA VEZ... UN CIRCO...

Una cosa es ser de la generación del “¿cómo están ustedes?”, que haya llorado la muerte de Fofó, que me supiera de memoria la canción “En el auto de papá…”, y otra cosa bien distinta es que me guste el circo.

Pues no, no me gusta el circo, ese, el que primero nos viene a la memoria, el de payasos, trapecistas, animales,… Al margen de la cuestión animalista, en la que luego ahondaré, desde ya muy pequeña tengo la conciencia de que el espectáculo circense me aborrecía una barbaridad, en las dos acepciones que incluye el término: tener aversión y aburrir. Las acrobacias, el trapecio, los números de magia, chimpancés vestidos absurdamente y en bicicleta, el domador de leones,…no conseguían captar mi atención en esas tardes en que la tele nos ofrecía el espectáculo en horario infantil, en esa época en la que el término zapping aún no había sido acuñado y si algo no te gustaba no tenías muchas opciones, bueno sí, apagar la tele y salir a la calle a jugar.

Y es que nunca he estado, físicamente, en uno de esos circos, ni de niña ni de joven, ni ahora que no sé muy bien en que “denominación me encuentro”, en estos tiempos en que una es adolescente casi hasta los treinta, una ya no sabe…, pero volviendo al tema, si no he estado primero era porque como ya dije me aburría, y después, de más joven a esa razón se le unió otra con mucho más peso, la conciencia animalista, y el espectáculo circense sumó aún más puntos negativos.

El circo es un espectáculo cuyo origen se remonta a la época romana, un espectáculo muy arraigado que ha llegado hasta nuestros días, evolucionando, por supuesto ( ya no se tiran confesos o confesas de la fe cristiana a las fieras o viceversa) pero que aún tiene que evolucionar aún más, Circo sí, pero sin animales, es la premisa defendida por animalistas como yo, un buen ejemplo de ello es el Circo del Sol.

Al igual que en los zoos, los animales de circo, hayan nacido o no en cautividad, pasan una vida llena de privaciones incapaces de demostrar su verdadero comportamiento, condenados aun espacio cerrado de escasas dimensiones, viajando de un lugar a otro, del frío al calor,… Y lo peor, han de ser sometidos a una intensa doma para convertir aquellas tendencias que en ellos de por sí son antinaturales en conductas exhibidas para el deleite del público como si fueran innatas en el animal: elefantes a dos patas, leones saltando por círculo de fuego,…a golpe de látigo, por supuesto (perdonadme si no estoy muy puesta en las últimas novedades de números circenses pero hablo de memoria).

Pues qué casualidad que estos días hay un circo en mi pueblo y qué casualidad que una recuerda haber leído algo al respecto que relaciona mi concejo con el circo, y qué casualidad que lo leído esté en un texto legal, concretamente en una ordenanza municipal:

Se prohíbe la utilización de animales vivos en espectáculos, ferias, fiestas populares, peleas y otras actividades que impliquen tortura, sufrimiento, crueldad o maltrato, tratamientos antinaturales, o en los que se pueda herir la sensibilidad del espectador, a excepción de los espectáculos taurinos que se regirán por su legislación específica.

Quedan excluidos de forma expresa de dicha prohibición los espectáculos circenses en los que participen animales siempre que no impliquen crueldad, maltrato, sufrimiento, la muerte del animal o pudieran herir la sensibilidad del espectador.

Que me digan a mí ¿qué espectáculo circense en el que se usen animales no implica ya de forma implícita crueldad, maltrato o sufrimiento…? ¿dónde está y qué hace quien o quienes velan por el cumplimiento de la norma? ¿le y nos importa?

lunes, 12 de enero de 2009

MUERTE EN EL OLVIDO

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.

Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo-el que la habita...

Ángel González

VA POR USTED POETA

jueves, 8 de enero de 2009

DÍAS FRÍOS

Hoy es uno de esos días en que una sin darse cuenta se sumerge en la piscina de la tristeza y nada entre la música de Yasmin Levy y los versos de Ángel González, y me apetece salpicar al resto con ello:

Canción triste de amigo

Si nuestro reino no fue de este mundo,
y sabemos de cierto que no hay otro,
dime lo que nos queda,
amigo,
dime lo que nos queda.

Ni siquiera deseos, ni siquiera esperanza;
un confuso montón de sueños negros,
eso es lo que nos queda,
amigo,
un confuso montón sólo de sueños.

Cada vez más pequeño.
Ya cabe en un pañuelo, igual que el llanto.
Pero cómo nos pesa,
amigo,
pero cómo nos pesa.

Más cuanto menos.


Otras Veces

Quisiera estar en otra parte,
mejor en otra piel,
y averiguar si desde allí la vida,
por las ventanas de otros ojos,
se ve así de grotesca algunas tardes.

Me gustaría mucho conocer
el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,
comprobar si el pasado
impregna los tejidos del mismo zumo acre,
si todos los recuerdos en todas las memorias
desprenden este olor
a fruta mustia y a jazmín podrido.

Deseraría mirarme
con las pupilas duras de aquel que más me odia,
para que así el desprecio
destruya los despojos
de todo lo que nunca enterrará el olvido.

Yasmin Levy.Nací en Álamo.


Perdón por las salpicaduras.

NOCHE DE REYES

Lágrimas infantiles por miedo al "extraño color oscuro" del rey Baltasar, lágrimas infantiles por el dolor de sus cuerpos ensangrentados y mutilados; madres con bebés en brazos para ver mejor a Sus Majestades de Oriente al paso en la cabalgata; padres de Oriente con bebés muertos en sus brazos; montañas de regalos, montañas de ruinas y destrucción; inocentes con manos abiertas para recibir caramelos, inocentes con manos abiertas para recibir metralla; infancia caprichosa, infancia mutilada...

Imágenes recogidas por unas pupilas llorosas en la Noche de Reyes.